viernes, 14 de noviembre de 2014

MI REFLEJO

   -Tenía tantas palabras en mente para plastar en una simple hoja de todo a cien, y ahora no sé qué decir.

Me encuentro en el mismo lugar de siempre. Mi cuarto.
Esta noche he salido a la terraza, estoy fuera, esperando que una sorda brisa despierte algo en mí que ahora creo dormido.

Me siento en suelo y me apoyo de lado en el ventanal. Miro a mi izquierda y me veo reflejada en el cristal que separa una vida llena de tristeza, soledad interior, culpabilidad, amargura... de una vida llena de vida, de sentimientos, de cosas por descubrir aunque sea con miedo.

Me miro a lo ojos frente al cristal, y me veo ahí dentro, como una persona cercana a mí pero ajena al mismo tiempo, como si no fuera yo. No me conozco.
Las dos nos miramos con sentimientos diferentes. Mi reflejo, enerrado en una realidad inventada y/o creada por vete a saber quien o qué, me mira con anhelo, con desesperanza, con la misma mirada que puede tener un condenado a cadena perpetua.
Y yo, desde fuera, desde donde sólo nos separan unos milímetros de cristal, hombro con hombro, la miro con lástima, preguntándome cómo puedo ayudarla, como quien ve a un perro abandonado y piensa en salvarle de su propio destino.
Retiro la mirada y me enciendo un cigarrillo, absorvo con ansia la primera calada y me doy cuenta de que mi reflejo no hace lo mismo, sigue mirándome, me observa, como si mi "yo" real se quedase dentro de esas paredes por miedo a salir. Me mira con admiración, quisiera poder ser libre.
No me preocupa, pues dentro de unos minutos volveré a estar ahí dentro con ella, para protegerla y no dejarla sola. Soy su mejor amiga y su peor enemiga. Como el amor-odio, que es el sentimiento más adictivo que existe. Esto es lo que siento hacia mí. Como el ángel y el demonio, que no pueden estar juntos pero no son nada el uno sin el otro.

El viento a mi alrededor ha menguado. Las hojas ya no se mecen y no escucho ese sonido tan reconfortable y que tanto me llena, pero a la vez me vacía.

Siento como si sólo estuviera bien atrapada en la nada, en la tranquilidad nerviosa de la soledad. Tal vez sea lo que necesito.

Apoyo mi cabeza contra el cristal, intentado entender sin éxito a mi reflejo, encerrado.
Cierro los ojos he imagino una vida fuera mí, de mi cuerpo, de mi mente perturbada y cómo no, también de mi persona, de este transtorno mental que agota psicológicamente cada día de mi vida. No sé cómo, pero quiero aparcarlo en doble fila y que lo fulminen a multas impagables hasta que definitivamente se lo lleve la grúa... o el mismo Demonio.
 Tengo el cerebro acribillado de pensamientos indeseables, cansinos y tan dolorosos que no me dejan vivir.

Me voy, con mi reflejo, con mi "yo" real o no, no podemos estar separados y él se niega a salir si no es de la mano de alguien fuerte que jamás lo suelte. Pero esa persona no soy yo.

*Estoy dentro. El olor a realidad me anula.*